¡Oh Jesucristo, cuánta parodia en tu nombre! diría un periódico comunista a propósito de la venida del Papa [NdR: El Papa Juan Pablo II visitó el Perú por primera vez del 1 al 5 de marzo de 1985].
¡Oh Juan Pablo II, cuánta parodia en tu nombre!, podríamos agregar al ver a los políticos aprovecharse de tu mensaje. Resulta ciertamente irónico y un poco desesperante ver a Bedoya poniendo cara de bueno y diciendo que ellos sí son fieles cumplidores del mensaje de paz y justicia (como si la gente no se acordara de su Ministerio de Justicia). O también no creen que es realmente desconcertante y hasta cómica la escena en que Barrantes se arrodilla y le besa el anillo al Papa, y declara un catolicismo a ultranza, cuando ya era manifiesto que el Jefe de la Iglesia venía en una cerrada actitud anticomunista (algunos le dirían cucufato??).
Aunque lo que más causa desconcierto es que, mismo Biblia, el mensaje del Papa ha sido interpretado y difundido según como convenga, El Comercio promoviendo su “hondo mensaje de espiritualidad”, La República enfatizando en la “opción preferencial por los pobres de parte de la Iglesia”; y mientras uno treta de sacar conclusiones propias confiando en su capacidad intelectual, habla Gustavo Gutiérrez y cita diez veces al Papa “demostrando” que lo que Su Santidad dice está muy acorde con su Teología de la Liberación, entonces, harto de manipulaciones y confusiones, lo que uno opta es por olvidarse del Papa hasta su próxima visita.